Rolf Abderhalden nos presenta el proyecto Cundua, lleno de prácticas sociales, de relatos, de la alegría de unos y de la tristeza de otros, el cual nos inspira reacciones encontradas, una realidad vivida, una historia sin salida.
Nos muestra como diferentes puntos de la ciudad son rechazados sin tener en cuenta los acontecimientos, historias y símbolos que para muchos de los que viven allí son muy importantes. en esta ocasión se habla de la ultima fase de demolición de el barrio santa Inés “el cartucho” iniciando con un trabajo de campo en el cual se relacionan quince familias de las cuales dejaban este espacio; se representa la acción Prometeo, en la cual se reviven las estructuras de este barrio, ya que cada familia se ubica en el espacio en donde antes quedaba su casa, utilizando las veladores como símbolo de las paredes, como también en pantallas grandes se muestra la historia de cada familia generando la producción de narraciones y de imágenes locales, relacionadas con el mito de Prometeo.
Después de cierto tiempo se muestra la historia “recorridos” en la cual se acompaña a una señora que había sido la ultima en abandonar su casa gracias a su resistencia. Pero, vencida por la presión de los actores de la construcción del parque tercer milenio; esta señora nos muestra como después de la demolición de todo, ella sigue con su venta de arepas y de chocolate siendo este el principal factor de la admiración de los demás hacia ella.
Después de esto se inicia la idea de representar el cartucho y su tradición en una casa museo, en donde se inicia una recopilación de pequeños fragmentos característicos, para así construir las habitaciones de este pequeño espacio escénico, después de lograr la construcción se muestran diferentes cuartos, entre ellos el cuarto de los carros en donde se ubicaban televisores que al prenderlos nos simulaban el ir a un espacio con sus imágenes, en el cuarto de la bascula que representaba el peso de cada personas en botella y cartón (reciclados),en otro cuarto el techo lleno de botellas ofreciendo el cuerpo como lugar del conocimiento y un vinculo corporal y sensorial.
En los pasillos del museo también se representa las heridas que dejo esta demolición para los habitantes, “cuarto de la cicatrices” donde también se revive el recuerdo de vivir tantas cosas, tantas situaciones, en donde cayeron los escombros pero no los recuerdos y las experiencias, en donde quedan las enseñanzas de la cotidianidad y del diario vivir.
Al revivir el cartucho en una casa de la carrera 7 con calle 23 con espacios específicos luego de 3 semanas de se presentada al publico fueron cerca de 15 mil personas en donde se perdía la clase social, lo material, se vive al máximo la cultura y la curiosidad para elogiar las cosas de esta tan ligera mini ciudad.
Una casa que al pasar cuatro amigas siempre se preguntaban que será lo que se hace ahí, y que por consecuencias o vueltas de la vida como se le quiera llamar se descubre una parte de su historia construyendo y reviviendo un espacio expositivo del tan famoso y ahora trasladado cartucho grandioso, perplejo y casi místico para las diferentes miradas.